Al-Ándalus: La conquista musulmana. Emirato, Califato y Taifas
Los musulmanes instalados en el norte de África a finales del siglo VII como consecuencia de la expansión del Islam, llegan a la Península llamados por los witicianos, (descendientes del rey visigodo Witiza, entre ellos su hijo Agila), al oponerse al recién nombrado rey don Rodrigo.
Ante este panorama, el gobernador en el norte de África, Musa, vio la posibilidad de extenderse por la Península, para lo cual contó con el apoyo de su lugarteniente Tarik, que en el 711 desembarcó en Gibraltar con 7000 hombres, en su mayoría bereberes. La batalla más importante fue en Guadalete (Cádiz) en el año 711, muriendo allí el rey Don Rodrigo.
En el 712, Musa cruzó el Estrecho y se unió en Toledo a las tropas de Tarik. En poco tiempo se consiguió la conquista de toda la Península, llegando hasta la Cordillera Cantábrica, sin apenas resistencia, con una población que no estaba dispuesta a defender una monarquía como la visigoda con la que no se identificaban. Muchos prefirieron rendiciones pactadas o capitulaciones, en las que los musulmanes respetaron los derechos y las tierras de la población peninsular, a cambio de tributos.
El dominio musulmán sobre la Península pasa por las siguientes etapas:
Emirato Dependiente (de Damasco): 711- 756
El máximo mandatario era el emir o wali (jefe superior, gobernador), pero se dependía del Califa de Damasco de la dinastía Omeya.
Se repartieron las tierras entre los invasores, estableciendo su capital en Sevilla y luego en Córdoba. Durante todo ese tiempo fueron frecuentes las luchas entre las facciones musulmanas
- Árabes: procedentes de Arabia, se consideraban la élite social. Ocupaban las tierras más fértiles de los valles del Ebro y Guadalquivir.
- Sirios: grupo que vino a socorrer a los árabes cuando se encontraban en el norte de África, acabándose por instalar en el sur.
- Bereberes: originarios del norte de África, muchos de ellos de tradición nómada. Se instalaron en las tierras del centro y oeste peninsular.
Las luchas y la tendencia disgregadora siguió siendo una constante durante toda la historia de Al-Ándalus.
De esta etapa también habría que destacar las derrotas en la Batalla de Covadonga (722) y Poitiers en el 732, frenando su deseo de expansión.
Emirato independiente (de Bagdad): 756-929
En el 750 se produjo en Damasco una sublevación, asesinándose a los Omeyas, y estableciéndose la nueva capital en Bagdad de la mano de la dinastía de los Abasíes. Hasta la Península llegó en el 756 uno de los supervivientes, Abderramán I, proclamándose emir independiente, pero sólo en lo político, por que en lo religioso seguía dependiendo del Califa de Bagdad.
Dividió Al-Ándalus en 22 coras o provincias, centralizó la política estableciendo la capital en Córdoba e hizo reformas fiscales y administrativas. Le seguirán como emires Hixam I, Alhakam I, que viven momentos de gran tensión social, sobre todo en las zonas fronterizas o marcas de Mérida, Toledo o Zaragoza que querían independizarse del poder de los emires, lo que provocó el avance de los reinos cristianos.
Abderramán II, seguirá con los problemas internos, enfrentándose también al ataque de los vikingos, que habían llegado hasta la Península. Realizará la primera gran ampliación de la Mezquita de Córdoba. Sin embargo, fue una época de gran esplendor económico.
Califato de Córdoba: 929-1031
Abderramán III se desligó religiosamente del resto del imperio musulmán al proclamarse califa (máxima autoridad religiosa) en el 929. Se inicia así la etapa de mayor esplendor de Al-Ándalus.
Pacificó Al-Ándalus de sus constantes revueltas internas. Frenó a los cristianos del norte y les exigió fuertes tributos a cambio de no sufrir ataques. Se expandió por Ceuta, Melilla y Tánger gracias a un numeroso ejército y estableció en Medina Al-Zahara el nuevo centro político y residencia del califa.
Le sucedió su hijo Alhakam II que vivió una etapa de paz con los cristianos y convierte a Córdoba en centro de la cultura de la época.
Hixam II, delegó el poder en Almanzor, su primer ministro y brillante militar que impuso una especie de dictadura y llevó a cabo grandes ataques a los reinos cristianos (razzias o aceifas) en busca de botín, llegando a sitios tan alejados como Santiago o Barcelona. Morirá cerca de Medinaceli (Soria), tras la batalla de Calatañazor, (Soria) en 1002, comenzando a partir de aquí la decadencia del Califato, con luchas constantes entre bandos rivales, que acabará con su fragmentación en múltiples taifas en el 1031.
Tras la muerte de Almanzor en el 1002, tienen lugar revueltas internas que van minando el Califato. El poder del ejército, la falta de autoridad de los califas, la disgregación de las diferentes etnias, etc, llevan a que en el 1031 se depusiera al último califa, Hishan III, y Al-Ándalus se fragmentara en multitud de reinos independientes llamados taifas (facción).
En el siglo XI se dieron los primeros Reinos de Taifas, había de tres tipos:
- Los controlados por andalusíes locales como los taifas de Sevilla, Córdoba o Zaragoza.
- Los controlados por bereberes recién llegados a la Península y cercanos al Estrecho de Gibraltar como los de Algeciras, Ronda o Carmona.
- Los dirigidos por musulmanes de origen eslavo en el levante: Denia, Valencia, Tortosa...
Se caracterizaron por:
- Frecuentes disputas entre ellos, acabándose por conquistar unos a otros.
- El pago de parias o tributos a los reinos cristianos para poder sobrevivir.
- Tener una gran crisis política y militar muchos de ellos, pero gran desarrollo cultural.
A finales del siglo XI, ante el avance militar y la fuerza creciente de los reino cristianos, que en el 1085 conquistaron Toledo, bajo Alfonso VI, varios taifas pidieron ayuda a los Almorávides, musulmanes muy ortodoxos, que tenían un imperio en el norte de África.En el 1086 desembarcaron en la Península, venciendo a Alfonso VI en la batalla de Zalaca o Sagrajas, (Badajoz), regresando de nuevo a África. Cuatro años después, en 1090, volvieron de nuevo a la Península, para incorporar al imperio almorávide los reinos de taifas. Sin embargo, el imperio almorávide no fue muy duradero, por que mostraron una gran intolerancia religiosa, exigían fuertes impuestos, los almohades presionaban al otro lado del Estrecho, perdiendo territorios como Zaragoza, en el 1118, y no recuperaron Toledo.
Todo ello llevará a que en pleno siglo XII, 1145, se vuelva a disgregar todo el imperio y se den los Segundos Reinos de Taifas hasta el 1170, momento de llegada de otro imperio norteafricano, los Almohades. Los almohades derrotaron a las fuerzas almorávides y unificaron a todos los taifas en 1172, y convirtiéndose Sevilla en la nueva capital y fundaron allí un califato. La Torre del Oro o la Giralda son recuerdo de su presencia en dicha ciudad.
Eran aún más rigoristas que los almorávides, con lo que la población hispana no les apoyó. Tras ciertas victorias iniciales frente a los cristianos como la batalla de Alarcos en 1195, fueron derrotados por una coalición de reinos cristianos en la batalla de Navas de Tolosa 1212 con la que empezó su declive en la Península y el surgimiento de los Terceros Reinos de Taifas hacia el 1232, sucumbiendo poco a poco ante el avance cristiano, excepto el de Granada.
De todos los taifas, únicamente sobrevivirá el reino nazarí de Granada, fundando en 1238 por Mohamed ben Nazar. Abarca territorios de Almería, Granada, Málaga y zonas de Jaén, Sevilla y Córdoba. Llegó a sobrevivir hasta 1492 gracias a su diplomacia, el pago de parias, su riqueza y gran densidad demográfica y alcanzó altas cotas de desarrollo cultural. Finalmente a finales del siglo XV ante la presión de los Reyes Católicos y a la crisis dinástica interna, fue conquistada y anexionada a Castilla después de 10 años de guerra (1482-1492).
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