El fascismo italiano

 En 1922 Italia asistió al ascenso al poder del fascismo. Se trató de un acontecimiento de gran trascendencia para toda Europa, pues el régimen fascista italiano se convirtió en modelo para otros partidos ultranacionalistas.




La crisis interna

Finalizada la Gran Guerra, Italia se vio sumida en una profunda crisis, tanto en el plano social como en el político, que terminó desembocado en el ascenso del fascismo. La crisis se sustentó en una serie de claves:

  • "Victoria mutilada". Los acuerdos de paz firmados tras la Primera Guerra Mundial no atendieron las reivindicaciones territoriales italianas, lo que generó  un profundo malestar y abonó el terreno a posturas nacionalistas radicales.
  • Crisis económica. El esfuerzo de guerra había agotado a la economía italiana, cuya recuperación fue más débil y lenta que en otros países debido al clima revolucionario que se vivía en el ámbito laboral.
  • Conflictividad social. Tras la Revolución rusa, el movimiento obrero mostró un gran nivel organizativo y desencadenó una oleada de protestas. En el norte se produjo la ocupación de algunas fábricas, mientras en el sur la agitación campesina iba en aumento. El miedo a la revolución caló entre la clase media y entre la élite empresarial y los terratenientes.
  • Inestabilidad política. La imposibilidad de crear Gobiernos estables llevó al sistema democrático a una profunda crisis de ingobernabilidad. 



La toma del poder

En 1919, Benito Mussolini fundó las primeras milicias fascistas. El futuro dictador italiano provenía del socialismo, pero tras la guerra creó su propio partido y se presentó a las elecciones con un programa populista y nacionalista. Pese a los malos resultados, atrajo a algunos sectores sociales descontentos.

En 1921, Mussolini creó el Partido Nacionalista Fascista (PNF), cuyos miembros más jóvenes, los fasci di combattimento, fueron usados por terratenientes e industriales contra los líderes comunistas y socialistas. La violencia se apoderó de las calles y se extendió por el campo, y los camisas negras consiguieron presentarse como garantes de la paz y el orden público. 

El 28 de octubre de 1922, Mussolini organizó la Marcha sobre Roma, una concentración de fascistas hacia la capital. El ejército, el rey Víctor Manuel III y los sectores conservadores del Parlamento vieron con buenos ojos la demostración de fuerza de Mussolini, al que el monarca terminó encargando que formara Gobierno. 

Marcha sobre Roma




El régimen fascista

Una vez en el poder, Mussolini implantó un régimen autoritario que controlaba los planos políticos, social y económico y que desplegó una agresiva política exterior. 


El control político:

En un primer momento, Mussolini organizó un gobierno de coalición con los liberales, pero inmediatamente derivó hacia un régimen totalitario. La reforma electoral de 1923 favorecía los intereses fascista, lo que fue denunciado por las izquierdas como una adulteración democrática.

En 1924, fue asesinado el líder socialista Giancomo Matteotti. Con su desaparición, la oposición pasó a estar amenazada y sus representantes fueron encarcelados, como Antonio Gramsci, líder del Partido Comunista de Italia.

En 1925 se decretó el cierre del Parlamento. Italia se convirtió en una dictadura. Se promulgaron las leyes fascistísimas, que incluían la creación de la OVRA, policía política encargada de perseguir cualquier muestra de oposición. El Partido Nacional Fascista se convirtió en partido único, si bien se respetó la estética democrática, incluso con la celebración de elecciones, como las de 1929, en las que todos los candidatos pertenecían al PNF.

Ese mismo año, Mussolini firmó con la Santa Sede los Pactos de Letrán, unos acuerdos que ponían fin al litigio que venían enfrentando al Papado y el Gobierno desde la ocupación de los Estados Pontificios en 1870.




El modelo socioeconómico:

El Estado totalitario se basó en el corporativismo, un sistema tutelado institucionalmente que se inspiraba en los gremios medievales. En 1927, se promulgó la Carta de Lavoro como texto legal que regulaba las relaciones sociales y laborales. 

En el plano económico se implantó una política proteccionista y autárquica, centrada en el sector industrial y en las grandes explotaciones agrícolas. La creación, en 1933, del IRI (Instituto de Reconstrucción Industrial) orientó las inversiones hacia sectores estratégicos y hacia una economía de guerra.


La política exterior:

La política exterior aspiraba a crear un imperio italiano en África para convertirse en potencia dominante del área mediterránea. Para ello, se anexionó Fiume, en Croacia, reafirmó su dominio sobre Libia e intensificó su presencia en Albania, país que terminaría ocupando en 1939.

En 1936 conquistó Etiopía y participó en la sublevación militar contra la Segunda República española que desembocó en la Guerra Civil. El respaldo a Franco se tradujo en apoyo financiero y el envío del CTV, un cuerpo del Ejército italiano.




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