La crisi económica y social del siglo XVII
Durante el siglo XVII, España sufrió una gran crisis económica y demográfica, convirtiéndose en un país empobrecido, afectando más a las zonas del interior que a las costeras. Solamente a partir de 1680 comienza a notarse una ligera recuperación.
La economía era básicamente agraria, en la que primaban las malas cosechas,
descendiendo la producción, a lo que se unió el descenso de la mano de obra y el hecho
de que muchas de las tierras siguieran en manos de unos cuantos privilegiados.
La ganadería seguía estando en manos de unos pocos privilegiados, (Mesta).
La artesanía era cada vez menos importante, a lo que se unía lo mal visto que estaba
trabajar por parte de la nobleza.
El comercio con América tenía cada vez más importancia porque de él dependía la
economía del país, aunque se redujo la llegada de metales preciosos entre otros
motivos por el hundimiento de la flota por parte de corsarios. El comercio interior era
escaso y sometido a muchas aduanas interiores, lo que no ayudaba a su desarrollo.
Por todo ello se ofrecieron soluciones y alternativas como aumentar la presión fiscal
sobre las clases más pobres, devaluar la moneda o recurrir a la venta de cargos, títulos
o pueblos.
Respecto a la sociedad, era estamental, empobrecida y básicamente agraria. Sufrió
un considerable descenso demográfico (de 8 a 7 millones), como consecuencia de la
peste, hambre, guerras, emigraciones como la expulsión morisca o las malas cosechas,
afectando más a las zonas del interior de la península que al resto.
La nobleza aumentó el número debido a la compra de títulos, con una mentalidad y
forma de ser que intentaba ser imitada por todos los grupos.
El clero también aumentó, motivado por el “espíritu contra-reformista”, para evitar el
alistamiento militar y estar libre de pagar impuestos.
La burguesía descendió porque no tenían mentalidad de inversión y en cuanto podían
adineraban riquezas para comprar títulos y patrimonio. Tampoco ayudó la crisis.
La situación más difícil la vivió el campesinado, dado que la nobleza hizo recaer sobre
ellos la presión fiscal, empobreciéndoles, por lo que si podían partían al exilio. Con todo
este panorama, no eran extrañas las frecuentes rebeliones y la generalización del
bandolerismo.
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