La revolución rusa

 En el año 1905 estalló en Rusia una revolución que apenas produjo cambios, pero que sentó las bases del proceso revolucionario de 1917.





Las causad de la revolución de 1905 

El estallido revolucionario vino provocado por la derrota rusa en la guerra contra Japón, pero en él confluyeron otros aspectos, como las aspiraciones reformistas y las reivindicaciones nacionalistas

  • La guerra ruso-japonesa 


Entre 1904 y 1905, Rusia se enfrentó a Japón por el control de Corea y Manchuria. Los sectores privilegiados del zarismo querían la guerra, pues la región se había revalorizado con la llegada del Transiberiano. Sin embargo, en 1905 la flota rusa fue hundida en Port Arthur y el zar firmó una paz que manifestó debilidad rusa.



  • Las aspiraciones reformistas 

La derrota hizo que se incrementasen las demandas de reformas políticas; la burguesía pretendía la creación de un Parlamento (Duma) y la legalización de los partidos políticos, pero se encontró con la oposición de los sectores privilegiados, contrarios a cualquier medida que amenazase sus intereses.

Al conflicto político se añadió el social, al que intensificarse las protestas tanto de los campesinos como de los obreros fabriles en demanda de una mejora de sus condiciones de vida, agravadas por la crisis económica que vivía el país.


El inicio de la revolución. El Domingo Sangriento 

Lejos de atender las demandas, el zar atendió las protestas como un desafío, e impuso una postura autoritaria que desembocó en el Domingo Sangriento. El 22 de marzo de 1905, Gueorgui Gapón, el pope, encabezó una multitudinaria protesta en la que participaban trabajadores, campesinos, mujeres y niños. La muchedumbre se dirigió al Palacio de Invierno de San Petesburgo, residencia del zar, para protestar por la subida del precio del pan. Nicolas II ordenó abrir fuego contra los manifestantes, y varias decenas muerieron. Las protestas se extendieron por todo el imperio, en un clima de descontento general que sentó las bases del estallido revolucionario de 1905.


El estallido de la Revolución de 1905 

Tras el Domingo Sangriento, se extendieron las huelgas y protestas. Finalmente, en junio de 1905, la tripulación del acorazado Potemkin se sublevó ante las órdenes de los oficiales de bombardear la ciudad de Odesa, situada a orillas del mar Negro. 

La protesta se extendió a los centro industriales, donde se organizaron los sóviets, consejos de trabajadores que funcionaban mediante la elección de representantes directos de cada uno de los centros de trabajo incorporados a las protestas. La revolución de 1905 fue liderada por el sóviet de Petrogrado, en el que destacó al revolucionario socialista León Trotski.

Consecuencias:

Ante la situación creada, el zar aceptó las propuestas de su ministro principal, el conde Witte, que era partidario de promover cierta apertura política que aplacase el descontento social. A tal efecto, promulgó un decreto, conocido como Manifiesto de Octubre, en el que atendía algunas de las demandas de los revolucionarios como el reconocimiento de las libertades civiles básicas y la representatividad de una duma elegida por el sufragio universal masculino, además se puso en marcha una constitución y se puso en marcha una reforma agraria.

Estas medidas parecieron aplacar las revueltas; pero los bolcheviques publicaron el Manifiesto de las finanzas, en el que denunciaba la maniobra de Nicolás II para acabar con la revolución, así como el catastrófico estado de las arcas públicas y la magnitud de la deuda externa contraída por el gobierno. El zar reaccionó anulando la mayoría de reformas e iniciando una represión contra los bolcheviques.



El clima revolucionario de 1917 

Pasado el clima de triunfalismo de las primeras semanas de la guerra, el ejército ruso sufrió, de manos del ejército alemán, severas derrotas que diezmaron sus filas e hicieron que cundieran el desánimo entre sus tropas. Además, las condiciones en el frente eran terribles por las inclemencias meteorológicas, la falta de suministros y el autoritarismo de los oficiales.

Todo ello terminó creando un ambiente de descontento en el que la propaganda bolchevique a favor del fin de la guerra contribuyó a sembrar el malestar y la agitación política. Desde mediados de 1916 se produjeron deserciones en masa. En la retaguardia, también la población sufría el desabastecimiento provocado por una confrontación que consumía todos los recursos. El hambre y la miseria se extendían por las ciudades y se adueñaban del campo, improductivo debido a la movilización masiva de los hombres.


La revolución de Febrero. El fin del zarismo 


El descontento social acabó provocando una secuencia de huelgas y protestas que fue similar a la que había tenido lugar en el año 1905. De nuevo, la ciudad que encabezó las protestas fue en Petrogrado. Allí los grupos obreros convocaron una huelga general y organizaron sóviets; su acción contó con el apoyo de los soldados que debían haber sofocado la protesta, que incluso formaron sus propios sóviets. La Duma, controlada por los partidos liberales y por mencheniques, establecieron un gobierno provisional, presidido por el príncipe Lvov, en el que cobraría protagonismo el socialista revolucionario Alexandr Kérenski.

Ante la presión del sóviet de Petrogrado y del gobierno provisional, y ante la pérdida del control del ejército, Nicolás II abdicó en marzo de 1917. Sóviets y Duma coexistieron con poderes paralelos, mientras el gobierno provisional perdía apoyo debido a su decisión de mantenerse en la guerra y a los escasos resultados de las reformas que impulsó.


El gobierno provisional 

El nuevo gobierno provisional cuyo presidente fue Kérenski tuvo que afrontar diversos problemas:

  1. Descontento social. La decisión de continuar en la guerra y la persistencia del hambre reducían cada vez más la moral del pueblo
  2. Auge del nacionalismo. Tras la abdicación del zar, algunas nacionalidades demandaron el derecho a su independencia.
  3. Presión del bolchevismo. El descontento social fue hábilmente aprovechado por los bolcheviques para ganar apoyos. Ciudades como Petrogrado quedaron bajo el control de los sóviets.
En ese momento, Lenin, difundió su Tesis de abril, en las que reclamaba todo el poder para los sóviets y lanzó unas consignas sencillas que concitarían gran respaldo social: paz, pan y tierra. El enfrentamiento entre sóviets y el gobierno se vio agravado, y los líderes bolcheviques fueron perseguidos.

Kérenski organizó una nueva ofensiva militar contra Alemania, que se saldó con un fracaso que provocó la sublevación de los sóviets obreros y militares. Los bolcheviques habían intentado frenar el levantamiento por por considerarlo prematuro, pero aun así fueron perseguidos por el gobierno. 


Para sofocar la rebelión, fue nombrado jefe del ejército el general Kornilov, quien aprovechó para perpetrar un golpe de Estado con la intención de restablecer la autocracia del zar. El golpe fracasó, pero contribuyó a que Kérenski fuese desprestigiado y a aupar a los bolcheviques, que se movilizaron el masa para sofocar el golpe.

En septiembre, el sóviet de Petogrado nombró presidente a Trotski, mientras que Lenin regresaba clandestinamente de su exilio en Finlandia. Los bolcheviques se hicieron con el control de los sóviets, además eran más numerosos y estaban armados ya que el gobierno les entregó fusiles para sofocar el intento de golpe de estado



La Revolución de Octubre 

Durante el verano de 1917, los bolcheviques habían ganado respaldo social y se habían hecho con el control de los sóviets más importantes. Conscientes de ello, sus principales
líderes consideraron que la revolución debía pasar a una nueva fase: la toma del poder.


El 25 de octubre en el calendario juliano (7 de noviembre en Occidente) se celebró en Petrogrado el II Congreso de los Sóviets, al que acudieron representantes de las asambleas obreras de toda Rusia. En la madrugada, las tropas bolcheviques ocuparon sin resistencia los puntos estratégicos de la ciudad. Posteriormente, se dirigieron al Palacio de invierno, sede del Gobierno provisional, que fue tomado con la ayuda del acorazado Aurora
Kérenski huyó y quedó constituido un Gobierno de los sóviets presidido por Lenin. La revolución se extendió por otras ciudades con gran rapidez.

Con el fin de afianzar la revolución, Lenin sabía que no podía defraudar las esperanzas de los trabajadores, soldados y campesinos; de ahí que inmediatamente promulgara decretos que buscaron hacer realidad el lema de la revolución: pan, paz y tierra.

Una vez en el poder, Lenin sabía de las repercusiones internacionales de la salida de Rusia en la guerra, sobre todo cuando Alemania necesitaba cerrar el frente oriental andes de que Estados Unidos enviase tropas al occidental; pese a todo, el líder bolchevique se mantuvo firme en su decisión de abandonar la guerra.
El encargado de negociar la paz fue Trotski, en su calidad de comisario de Relaciones Internacionales. El acuerdo quedó sellado en marzo de 1918 en el Tratado de Brest-Litovsk. Rusia logró la paz, pero a costa de sufrir significantes pérdidas territoriales.


Las primeras reformas 

Cuando Marx diseñó su teoría revolucionaria, lo hizo pensando en que sería aplicada en un país industrializado; sin embargo, el primer país donde triunfó fue Rusia, en un estado que apenas había empezado a implantar los procesos de producción industrial.
En consecuencia, Lenin tuvo que adaptar las doctrinas marxistas a la realidad rusa, y con ese fin formuló una doctrina conocida como marxismo-leninismo. Marx consideraba que la revolución sería protagonizada por el proletariado industrial, dado el carácter conservador que le atribuía el campesinado; pero en Rusia fue la masa campesina la que había desempeñado un papel trascendental en la revolución.


Las medidas adoptadas fueron la expropiación, nacionalización y colectivización de las tierras de los terratenientes. Esta decisión no contentó al campesinado, que era partidario del reparto de las tierras en propiedad y veía en la colectivización una mera continuidad de las estructuras latifundistas. Además muchos de ellos seguían siendo pobres.

El traspaso del control de las fábricas a los trabajadores fue menos complicado, puesto que el modelo ya se había ensayado en los sóviets. Aún así, la nueva industria bolchevique no pudo evitar la baja productividad, que era consecuencia de falta de directivos y técnicos cualificados.

Los bolcheviques habían proclamado su deseo de respetar las sensibilidades nacionales del antiguo imperio zarista. Ese compromiso determinó la formación de un Estado federal de repúblicas soviéticas, tal y como quedó reflejado en la Constitución de 1918.



 El estallido de la guerra civil

Las decisiones adoptadas desde el triunfo de la revolución exacerbaron el descontento de distintos sectores de la sociedad, que se mostraron dispuestos a enfrentarse contra el Gobierno. Como consecuencia, Rusia se sumió en una guerra civil en la que se enfrentaron dos bandos:

  • La Rusia roja. Eran los bolcheviques, mayoritarios en las zonas industriales y que fueron organizados por Trotski como un verdadero ejército dirigido por comisarios políticos y por antiguos oficiales.
  • La Rusia blanca. Inicialmente eran partidarios de la autocracia zarista, pero el totalitarismo de Lenin hizo que se sumasen otros grupos, desde liberales a campesinos descontentos por la colectivización. Además, el ejército blanco contó con el apoyo de potencias exteriores, como Reino Unido, Francia, Japón y Estados Unidos, que consideraban como traidores a los bolcheviques por haberlos traicionado al abandonar la guerra y por el temor de la expansión del comunismo.
Las tropas del ejército blanco tomaron la iniciativa, avanzaron con facilidad frente al ejército rojo todavía en formación.

Para afrontar la guerra, Lenin implantó una política económica llamada comunismo de guerra. Este sistema multiplicó la producción explotando a los trabajadores y suprimiendo la propiedad privada.
La mayor cohesión de los bolcheviques decantó la guerra a favor del ejército rojo. Los divididos ejércitos blancos fueron derrotados a finales de 1920, pero las escaramuzas continuaron hasta 1922.


El conflicto tuvo lugar tras la Primera Guerra Mundial, lo que asumió a Rusia en un caos, con una economía desarticulada y con problemas de abastecimiento.
La guerra civil provocó más de nueve millones de muertos, en el frente, y como consecuencia del profundo deterioro de las condiciones de vida y la feroz represión desatada por ambos bandos, los conocidos como terror blanco y terror rojo.
Tras la guerra, los bolcheviques consolidaron definitivamente su poder y borraron cualquier tipo de oposición política.

La política de emergencia adoptada con el comunismo de guerra incrementó el descontento social. Además, Rusia estaba aislada internacionalmente ante la presión occidental y por el fracaso en su intento de exportar la revolución a otros países.

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