Presocráticos dualistas y pluralista

 Los presocráticos son aquellos autores previos a Sócrates que demuestran un interés especial por la Physis, por el conocimiento de la naturaleza y del arkhé, el principio común a todo lo existente. Estos filósofos se clasificaban en Monistas, afirmaban un único arkhé; Dualistas, afirmaban dos principios diversos y contrarios entre sí, como el espíritu y materia; Pluralistas, consideraban varios elementos originarios.





Dualistas 


Pitágoras

La vida de Pitágoras se encuentra envuelta en leyendas. Nació en Jonia, en la isla de Samos, hacia el 572 a. C. y, al parecer, conoció a Anaximandro de Mileto. Se le atribuyen viajes a Egipto y Babilonia. La tiranía de Polícrates le hizo abandonar Samos, trasladándose a Italua y estableciéndose en Crotona. Allí creó una secta filosófico-religiosa, inspirada en el orfismo, cuyos miembros vivían en comunidad de bienes, participando en un conjunto de creencias y saberes que permanecían en secreto para los no iniciados. 
La influencia ejercida por dicha secta en Crotona fue considerable, al parecer, llegando a suscitar la enemistad del pueblo que se rebeló contra el dominio ejercido por las secta pitagórica y, en el transcurso de esa revuelta popular, puso fuefo a sus propiedades y los expulsó de la ciudad. Se dice que Pitágoras se refugió en Metaponto, donde murió poco después, hacia el 496 a. C.

Son pocas las referencias a su obra entre los antiguos, incluidas las de Platón y Aristóteles, pero abundantes a partir de ellos (lo que genera muchas dudas sobre su autenticidad) y en las que se mezcla, además, la leyenda y la realidad, o lo que podría ser tomando como una referencia real a Pitágoras o a los pitagóricos (hoy sabemos, por ejemplo, que la atribución a Pitágoras del descubrimiento del teorema que lleva su nombre no es defendible). Es difícil fijar también que doctrinas pertenecen a Pitágoras y cuales pudieron ser desarrolladas por sus discípulos posteriores: Alcmeón o Filolao, por ejemplo.
La filosofía de Pitágoras se desarrolla en una doble vertiente: una místico-religiosa y otra matemático- científica.






Pluralistas 


Heráclito 

Pocas son las cosas que sabemos de la vida de Heráclito de Éfeso. Nació hacia el 544 a. C. aproximadamente, y vivió en Éfeso, ciudad enclavada en la costa Jonia, al norte de Mileto, hasta su muerte, en el 484 antes de Cristo. Pertenecía a una familia aristocrática y, al parecer, no se llevó muy bien con sus conciudadanos, si nos atendemos a algunos de los fragmentos que se conservan de su libro, y a los testimonios de sus contemporáneos.
Escribió una obra a la que se le da el titulo común Sobre la naturaleza que se le había dado también a los libros escritos por otros filósofos anteriores. No es seguro que se tratara realmente de un libro en el que se desarrollaran sistemáticamente temas relacionados con el conocimiento de la naturaleza, el alma o la cosmología. Es probable que se tratara de un conjunto de sentencias recopiladas en forma de libro, hipótesis que se apoya en el carácter enigmático y oracular de los fragmentos que conservamos, carácter que ya en su época le valió el sobrenombre de El oscuro.

Respecto a los contenidos esenciales de su interpretación de la naturaleza, siguiendo la línea abierta por los filósofos de Mileto, podemos destacar:
  • La afirmación del cambio, o devenir, de la realidad, (Este cosmos, el mismo de todos) no lo hizo ningún Dios ni ningún hombre, sino que siempre fue, es y será fuego eterno, que se enciende según medida y se extingue según medida que se produce debido a:
  • la oposición de elementos contrarios, que es interpretada por Heráclito como tensión o guerra entre los elementos. (Conviene saber que la guerra es común a todas las cosas y que la justicia es discordia y que todas las cosas sobrevienen por la discordia y que todas las cosas sobrevienen por la discordia y la necesidad) Ahora bien, esa guerra esta sometida a:
  • una ley universal, el Logos, (que podemos interpretar como razón, proporción...) que regula todo el movimiento de la realidad conduciéndolo a la armonía, y unificando así los elementos opuestos: de donde se sigue la afirmación de la unidad última de todo lo real. (No comprende cómo esto, dada su variedad, puede concordad consigo mismo: hay una armonía tensa hacia atrás, como en el arco y en la lira).
La identificación del cosmos con un fuego eterno probablemente no deba ser interpretada en el sentido de que el fuego sea una materia prima original, del mismo modo en que lo eran el agua para Tales o el aire para Anaxímenes. El fuego sería la forma arquetípica de la materia, debido a la regularidad de su combustión, que experimenta el cosmos. Así, es comprensible que se le conciba como constitutivo mismo de las cosas, por su misma estructura activa, lo que garantiza tanto la unidad de los opuestos como su oposición, así como su estrecha relación con el Logos.

La idea de que el mundo nos ofrece una realidad sometida al cambio no es original de Heráclito: a todos los pensadores presocráticos les impresionó dicha observación. Las afirmaciones de que "todo fluye" y "no se puede bañar uno o dos veces en el mismo río" se las atribuye Platón libremente en sus diálogos, sugiriendo la correspondiente consecuencia: "nada permanece. Es probable que Heráclito insistiera en la universalidad del cambio más que sus predecesores pero, por los fragmentos que conservamos de su obra, lo hacía aún más en la idea de la medida inherente al cambio, en la estabilidad subsistente.



Empédocles 

Como es frecuente entre los filósofos presocráticos, tampoco podemos fijar con exactitud la fecha del nacimiento de Empédocles aunque, por testimonios indirectos, podemos aceptar el año 495 a. C., pero sí que era ciudadano de Akragas (Agrigento), en Sicilia. Su personalidad está envuelta en la leyenda ya que, además de filósofo, fue conocido por sus habilidades como médico y sus actividades relacionadas con la magia o el chamanismo. Se dice que fu ediscípulo de Pitágoras o cuando, menos, pitagórico y maestro del sofista Forgias de Leontini, atribuyéndosele también la creación de la retórica.

Respecto a su pensamiento. Se le atribuye de dos obras: una que contiene su interpretación de la naturaleza y a la que se le ha dado el nombre de "Sobre la naturaleza"; y otra, las "Purificaciones", que contiene un conjunto de instrucciones para el ciudad del hombre, en relación con sus creencias en la transmigración de las almas, en relación con sus tendencias religiosas relacionadas, al parecer, con el pitagorismo.
Por lo que se respecta a la naturaleza Empédocles aceptó el postulado parmenídeo de la permanencia del ser; pero tratará de dar una explicación del cambio, negándose a aceptar el carácter ilusorio la realidad sensible. Para solucionar las aporías en las que habían caído los anteriores filósofos Empédocles postula la existencia de cuatro elementos (fuego, tierra, aire, agua) cada uno de ellos con las características de permanencia e inmutabilidad del ser, y la existencia de dos fuerzas cósmicas (Amor, Odio) que actuarán como causa de la combinación o disociación de los elementos.


De este modo, para Empédocles la realidad es el resultado de la combinación de esos cuatro elementos originarios: la realidad que nosotros captamos es el resultado de la mezcla de dichos elementos. Propiamente hablando no hay generación: lo que llamamos "generación" es propiamente "agregación", "mezcla" de elementos. Y lo que llamamos corrupción no supone la destrucción del ser, sino solamente su "separación", "disgregación". Esa mezcla y separación de los elementos originarios tiene lugar por las fuerzas del Amor y del Odio. En la realidad está sometida a un ciclo en el que predominan alternativamente cada una de esas dos fuerzas, de tal modo que el predominio de una supone la disminución de la otra y viceversa. Dichas fuerzas son concebidas por Empédocles, por supuesto, como fuerzas físicas y materiales. Por efecto del Amor se reúnen las partículas de los cuatro elementos, y por efecto del Odio se separan las partículas provocando la extinción  de los objetos. 

Respecto a sus enseñanzas religiosas podríamos relacionarlas directamente con el orfismo y con el pitagorismo; en su libro de las "Purificaciones" encontramos algunos fragmentos en esta dirección, centrados en buena medida en la doctrina de la transmigración de las almas que, por lo demás, no se compagina fácilmente con las afirmaciones de su teoría física, en cuanto la disgregación de los elementos supone necesariamente la desaparición del objeto y, por lo tanto, la muerte difícilmente podrá dar paso a la inmortalidad de un alma que es concebida como una materia muy sutil, pero como materia, al fin y al cabo.



Anaxágoras 

Nación en Clazomene, en Asia Menor, hacia el año 500 a. C. viviendo su juventud en una época, pues, en la que Clazomene había sido sometida al Imperio Persa, tras la represión  de la revuelta Jonia. Posteriormente se trasladó a Atenas, ciudad en la que residiría la mayor parte de su vida, siendo maestro, y posteriormente amigo, de Pericles, entre otros atenienses ilustres. Precisamente esa amistad le supuso ser acusado de impiedad por los enemigos de Pericles y verse obligado a abandonar Atenas, refugiándose en Lámpsaco, una de las colonias de Mileto en la Jonia.

En cuanto a su pensamiento. Anaxágoras expuso sus doctrinas filosóficas en un libro del que apenas nos han llegado algunos fragmentos. Aristóteles, en la Metafísica, nos dice que no logró exponer un sistema tan recomendable. Pretende que el número de los principios es infinito. Caso todas las cosas formadas semejantes, no están sujetas, como se ve en el agua y el fuego, a otra producción ni a otra destrucción que la agregación o la separación; en otros términos, no nacen ni perecen, sino que subsisten eternamente. Y más adelante nos dirá, que todo está mezclado, excepto la inteligencia; la inteligencia sólo existe pura y sin mezcla. Resulta de aquí, que Anaxágoras admite como principios: primero, la unidad, porque es lo que aparece puro y sin mezcla; y después otro elemento, lo indeterminado antes de toda determinación, antes que haya recibido forma alguna.

Al igual que Empédocles, Anaxágoras se enfrentará al problema de explicar el cambio admitiendo la permanencia del ser, tal como se desprende de los postulados parmenídeos. El ser no puede generarse ni corromperse; no puede haber propiamente hablando nacimiento ni destrucción, sino simplemente mezcla o separación de las cosas que existen. La solución de Anaxágoras será también una solución pluralista, al estilo de la de Empédocles. Pero, a diferencia de éste, en lugar de cuatro elementos afirmará la existencia de un número infinito de ellos, cada uno poseyendo las características del ser parmenídeo es decir, la eternidad, la inmutabilidad.

Estos elementos originarios o "semillas" como le llama Anaxágoras se distinguen unas de otras cualitativamente. La mezcla de estas semillas es lo que se constituye los objetos de la experiencia; cuando en un objeto predomina un tipo determinado de semillas le atribuimos al objeto la propiedad de las partículas predominantes, ya que, en los objetos de la experiencia, hay partículas de todas las cosas. Eso explicaría la transformación de unas cosas en otras: si los vegetales que nosotros ingerimos se convierten en carne es preciso que haya carne (partículas o semillas de carne) en dichos vegetales. En ese sentido debería entenderse la afirmación de que hay proporciones de todo en todas las cosas. Así, en un troco de oro hay partículas de todas las demás cosas, pero predominan las partículas de oro, por lo que le llamamos simplemente oro.

¿Cómo se produce esa agregación y esa separación de las semillas? Aquí hace intervenir Anaxágoras un elemento novedoso en la especulación filosófica: el Nous o inteligencia. El movimiento de las partículas o semilla estaría sometido a la inteligencia; sin embargo, el papel de la inteligencia queda reducido al de causa inicial del movimiento que, una vez producido sigue actuando por sí mismo sometido por el Nous a un movimiento de torbellino que será la causa de la constitución de todas las cosas tal como nosotros los conocemos.



Este Nous, Mente o inteligencia, es concebido por Anaxágoras como algo infinito y autónomo, y separado de la semilla y de todas las demás cosas que existen, llamándole "la más fina y pura de todas las cosas, poseedor de todo el saber sobre cualquier asunto y del mayor poder". También le concibe como ocupando un espacio, por lo que parece que Anaxágoras mantiene una concepción material del Nous o Mente, formado de la concepción inmaterial o incorpórea del ser. No obstante se le considera como el primero que introduce el recurso a un princípio espiritual o intelectual, aunque, según las quejas expresadas por Aristóteles en la Metafísica, haya recurrido a él solo cuando la explicación por causas materiales le resultaba imposible.



Demócrito

Demócrito nació en Abdera en el año 460 antes de Cristo. Se le atribuyen numerosos viajes, a Egipto y a la India, entre otros, habiendo adquirido en el curso de ellos conocimiento de teología, astrología, geometría, etc. También se le sitúa en Atenas escuchando las lecciones de Sócrates o de Anaxágoras. Se dice también que fue discípulo de Leucipo, a quien se atribuye la creación del atomismo, doctrina defendía por Demócrito.

Respecto a su pensamiento parece que fue un hombre delicado enteramente al estudio y que tuvo una producción abundante. Al igual que Empédocles y Anaxágoras la filosofía de Demócrito estará inspirada por la necesidad de conjuntar la permanencia del ser con la explicación del cambio, adoptando una solución estructuralmente idéntica: lo que llamamos generación y corrupción no es más que mezcla y separación de los elementos originarios, que poseen las características de inmutabilidad y eternidad del ser parmenídeo. Estos elementos originarios serán concebidos como entidades materiales, infinitamente pequeñas y, por lo tanto, imperceptibles para los sentidos, y de carácter estrictamente cuantitativo, a los que Demócrito llamará átomos por su cualidad de ser partículas indivisibles.

Estos átomos existen desde siempre en el vacío, sometidos a un movimiento que les es conssutancial. Por lo tanto, todo lo que existe son los átomos y el vacío. La introducción de la existencia del vacío. La introducción de la existencia del vacío, dice Demócrito, resulta imposible explicar el movimiento, por lo que necesariamente al existir el movimiento vacío tiene que existir. Los átomos se mueven en ese vacío en línea recta en un principio, pero, por causas estrictamente mecánicas, algunos de ellos salen de su trayectoria y chocan contra otros, a los que desvían, chocando el conjunto contra otros átomos, provocando la agregación en conjuntos de átomos cada vez mayores, que darán lugar a la constitución de los objetos tal como nosotros los conocemos.

Aunque los átomos no poseen diferencias cualitativas sí poseen diferencias en cuanto a su forma y configuración: la forma, el orden y la posición. Los átomos pueden diferir entre ellos por su forma, del mismo modo que la A difiere de la N; o pueden diferir por el orden que ocupan, no siendo lo mismo AN que NA; o por la posición, de modo que, aun poseyendo la misma forma, la Z se diferencia de la N (si giramos la Z noventa grados a la derecha tenemos la N).

Demócrito no apela en su sistema a la existencia de ninguna causa que no sea estrictamente material y mecánica, de modo que nos ofrece una primera interpretación mecanicista del universo; existen, por lo demás, innumerables mundos, sometidos a las mismas leyes de agregación y separación de los átomos. Su pensamiento ejercerá una gran influencia en la antigüedad, a través de la escuela de Epicuro, entre otros; pero sobre todo en el Renacimiento, estando en la base de la constitución de la ciencia moderna.



Monistas


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