Hobbes y el absolitismo. "El miedo nos civiliza"

Thomas Hibbes nació en 1588 en Malmesbury (Wiltshire), en el sur de Inglaterra, hijo de un clérigo de Wetsport. A los 7 años quedó bajo tutela de su tío, hermano mayor de su padre, que se dedicaba al comercio y no tenía más familia, por lo que tuvo que trasladarse a Londres. Después de estudiar en la Universidad de Oxford, ejerció como preceptor del segundo hijo de Lord William Cavendish, conde de Devonshire. A esta casa condal estuvo unido la mayor parte de su vida. Hacia el final de sus días, vivió en la segunda residencia de la familia Cavendish, en la mansión de Hardwick Hall (Derbyshire), donde falleció en 1679, a la edad de 91 años.



La relación con el joven Cavendish fue una gran importancia a lo largo de su vida. Con él realizó sus primeros viajes por el continente europeo, que más adelante siguió frecuentando como preceptor de los hijos de otros destacados miembros de la nobleza. Estos viajes le proporcionaron contactos diversos y enriquecedores. Así, por ejemplo, en Italia tuvo la oportunidad de conocer personalmente al gran físico Galileo, mientras que en Francia se relacionó con círculos cercanos al pensamiento de Descartes, a la vez que constataba en auge de las tesis mecanicistas y la pérdida de fuerza de los planteamientos de la escolástica.

En cuanto al contexto sociopolítico, Hobbes vivió muy de cerca los avatares de los que ya hemos hablado. En los conflictos entre el rey Carlos I y el Parlamento, tomó partido decididamente a favor del rey, por lo que se vio obligado a huir de Inglaterra y exiliarse a París cuando la situación empeoró para el monarca. En 1652, a pesar de la ejecución de Carlos I, Hobbes regresó a Inglaterra y se instaló en casa de la familia Devonshire. Poco después, en 1660, fue restaurada la monarquía en la figura de Carlos II, de quien Hobbes había sido maestro durante el exilio del monarca en Francia.

De todas sus obras, la más reconocida es Leviatán, o la materia, la forma y el poder de un Estado eclesiástico y civil, editada en Londres en 1651. En ella, Hobbes expone su teoría política más famosa, la del pacto social, a través de la cual lleva a cabo la justificación del absolutismo político.



El contrato social 

La teoría política de Hobbes comporta un giro de perspectiva tradicional: el poder no tiene un origen divino, sino que proviene de la voluntad de los seres humanos.

Este replanteamiento político es consecuencia de una nueva concepción del ser humano. Según Hobbes, los seres humanos son esencialmente iguales, y no han nacido predeterminados para llevar a cabo labores diferentes en función de aptitudes también distintas. Lo cierto es que todos los hombres gozan de parecidas posibilidades, no porque sean estrictamente iguales en capacidades (igual de fuertes, igual de inteligentes o igual de ágiles...), sino porque en conjunto todos tienen similares posibilidades de conseguir sus objetivos: el que está menos dotado de astucia consigue por fuerza lo que otro alcanza por su inteligencia. 



Esta igualdad, unida al natural egoísmo humano (todos buscan sus propios bienestar y su provecho, aunque sea en detrimento de los demás), hace pensar a Hobbes que la vida sin una autoridad firme y temida sería un infiero, ya que todos se convertirían en un peligro para todos. La situación que se deriva de esto, juntamente con el deseo de vivir tranquilamente en paz y con seguridad, impulsa a los seres humanos a pactar. Es proceso es el siguiente:

  • 1.  El estado de la naturaleza. Es la situación anterior al pacto. El ser humano vive en completa libertad e igualdad, no existen las leyes ni la autoridad, por lo que todo el mundo tiene derecho a todo o, lo que es lo mismo, a nada, porque no hay forma de hacerse respetar. A causa del egoísmo y de la falta de limitaciones, el hombre se convierte en un lobo para el mismo hombre (homo homini lupus), y el estado de la naturaleza se transforma en un estado de guerra generalizada y constante. Esta situación impide cualquier avance o progreso humano: no existe agricultura, ni industria, ni ciencia, ni cultura... Ahora bien, el instinto de autoconservación, justamente con el deseo natural de seguridad, hace que los hombres busquen la manera de salir de esta situación de peligro constante.
  • 2.  El pacto. La propia razón humana y el deseo de vivir en unas condiciones más propicias impulsan a los hombres a renunciar a la libertad y pactar una forma de vida más represiva pero más segura. Así, de manera voluntaria, los hombres pactan un contrato por medio del cual se traspasa todo el poder a un tercero, que se convierte en el soberano al que todos se someten a cambio de protección. El miedo a los demás hace que el ser humano abandone el estado de la naturaleza y se civilice.
  • 3.   El Estado o Leviatán. Este pacto, que de manera interesada y voluntaria realizan todos los hombres, constituye el origen del Estado. Del contrato surge un soberano que acapara todo el poder. En realidad, el soberano no tiene que ser necesariamente un monarca personal (puede ser, también, una asamblea), pero su poder ha de ser absoluto. Ningún ser humano, organización ni institución puede estar por encima de él o quitarle una parte de su poder; es decir, su poder es incuestionable. Solo en el caso de que el soberano sea incapaz de cumplir la función para la cual le han sido dados los poderes (mantener la seguridad), los súbditos tienen derecho a romper el pacto y derrocarle.


A pesar de que la concepción del origen del Estado de Hobbes es muy moderna, su visión pesimista de la naturaleza humana le lleva a defender y justificar un Estado absolutista capaz de mantener el odern y la seguridad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El vitalismo de Nietzsche

El imperialismo

Presocráticos dualistas y pluralista

Expansión y transformaciones económicas del siglo XVIII