Generación del 14
En la segunda década del siglo XX se da a conocer en España artistas e intelectuales que se oponen a todos los movimientos culturales del siglo XIX (Romanticismo, Realismo y también Modernismo), a los que consideran trasnochados y caducos.
Se les ha llamado Generación del 14 porque la fecha de 1914 (comienzo de la Primera Guerra Mundial) se toma como el final social, político y cultural del siglo XIXI. A estos nuevos autores se les llama también novecentistas, ya que adoptan el nombre del nuevo siglo.
La Generación del 14 o novecentismo y las vanguardias tienen en común una nueva actitud ante la obra artística. José Ortega y Gasset, en su ensayo de 1925 La deshumanización del arte, destaca los principales rasgos del arte nuevo.
- Un arte puro, que no esté al servicio de la propaganda política o religiosa, ni se dedique a expresar los sentimientos del autor. La obra literaria debe quedar liberada de su contenido humano, se convierte así en un objeto autónomo cuya finalidad ya no es conmover ni provocar la reflexión, sino producir placer estético.
- Un arte dirigido a la inteligencia, que huye de lo sentimental y busca equilibrio y la perfección de la obra bien hecha.
- Un arte elitista, que no todo el mundo puede comprender. Está pensado para minorías selectas que están capacitadas para disfrutarlo.
En esta línea, la literatura de este periodo se caracteriza por los siguientes aspectos:
- Su ruptura con el pasado. Los escritores de entreguerras rechazaron de igual forma la ramplonería del realismo y el sentimentalismo romántico. Su actitud es, por el contrario, irracional e intelectual.
- El concepto de que la obra literaria es autosuficiente. Su valor está en sí misma, en el equilibrio de su construcción, en la perfección del estilo.
- Su gusto por las metáforas, que son el ejemplo más condensado de cómo la literatura debe ser un desafío para el ingenio del lector.
Generación del 14
En la segunda década del siglo XX se da a conocer en España artistas e intelectuales que se oponen a todos los movimientos culturales del siglo XIX (Romanticismo, Realismo y también Modernismo), a los que consideran trasnochados y caducos.
Se les ha llamado Generación del 14 porque la fecha de 1914 (comienzo de la Primera Guerra Mundial) se toma como el final social, político y cultural del siglo XIXI. A estos nuevos autores se les llama también novecentistas, ya que adoptan el nombre del nuevo siglo.
Los autores de este grupo comparten diferentes rasgos:
- Intelectualismo. Frente a la formación autodidacta de los noventayochistas, los novecentistas son universitarios, muchos de ellos profesores, con una formación muy sólida. A los novecentistas les preocupa especialmente la educación en España y se relacionan con la Institución Libre de Enseñanza, un proyecto educativo innovador de carácter laico.
- Elitismo. Son conscientes de que su esmerada formación los hace pertenecer a una minoría selecta y sienten la necesidad de guiar con sus conocimientos a las demás personas.
- Europeísmo. Para los novecentistas, en palabras de Ortega, "España es el problema, Europa la solución". El dolor por España se convierte en un programa político de carácter progresista y europeísta.
Las obras de la generación del 14 o novecentismo se caracterizan por lo siguiente:
- Un concepto diferente, arte puro, obra liberada de su contenido humano.
- Estilo se cuida hasta el más mínimo detalle y resulta pulcro, racional, depurado. Persiguen el equilibrio, serenidad, y evitan cualquier exceso.
- Preferencia por el género ensayístico, que experimentó un gran desarrollo gracias a estos autores.
El ensayo en la generación del 14
Los novecentistas lo convirtieron en el vehículo más apropiado para abordar con orden y racionalidad sus temas y preocupaciones:
- El tema de España, enfocado con una mentalidad más realista y pragmática que en la generación anterior. El ensayo sirvió para criticar algunas actitudes de los españoles y proponer reformas que creían que eran necesarias, siempre con una visión europeísta y racional.
- La interpretación del arte de su tiempo. Los propios autores venían como el propio concepto de arte estaba experimentando cambios radicales con las vanguardias.
José Ortega y Gasset
Desde joven fue considerado líder de su generación. Sus numerosos ensayos destacan por la brillantez de su razonamiento y por la flexibilidad en la estructura. Llama la atención la amenidad y didactismo de su estilo incluso cuando trata temas complicados.
Obras:
La España invertebrada (1921), un profundo análisis sobre la crisis política y social de la España del primer tercio del siglo XX. A su modo de ver, España se encuentra desarticulada (invertebrada) por los separatismos y por el egoísmo de distintas clases sociales.
Idea sobre una nueva novela (1925), opone el agotamiento de la novela realista a una nueva narrativa que debe valorarse por su capacidad de producir placer estético.
La deshumanización del arte (1925), expone las características del nuevo arte, vistas previamente,
La rebelión de las masas (1930), plantea la necesidad de que una minoría selecta sea la que tome las riendas del país, pues las masas no están capacitadas para ello.
Eugenio d'Ors
D'Ors crea las glosas, unos ensayos en miniatura, breves e ingeniosos, en los que expone sus opiniones sobre temas muy diversa índole. La publicaba en periódicos y las recogió en varios volúmenes (Glosario). Escribió sus primeras glosas en catalán y después paso al castellano. Su estilo, plagado de imágenes vanguardistas.
La novela en la generación del 14
Principales características de la novela del novecentismo:
- En cuanto a sus planteamientos, los narradores coinciden con los princípios artísticos de este periodo: abandono de lo sentimental e intenciones políticas (deshumanización), intelectualismo, elitismo.
- Frente a los noventayochistas, más centrados en la España tradicional y a menudo en ambientes rurales (Castilla), los del 14 prefieren en sus novelas ambientes urbanos y modernos.
- La insistencia en lo intelectual provoca que las novelas de esta generación estén llenas de digresiones reflexivas. La trama queda en un segundo plano.
- Su estilo es cuidadoso, pulido, pulcro. Algunas obras presentan perspectivismo, una mima historia es contada con diferentes perspectivas.
Ramón Pérez de Ayala
Es probablemente el novelista que mejor encarna el ideal estético de generación, pues cultivó la llamada novela intelectual. Esta se caracteriza por el tono distanciado e irónico del narrador y porque la trama deja paso a todo tipo de reflexiones que las acercan al género ensayístico, también es frecuente ver el perspectivismo en sus obras.
Sus primeras obras como A.M.D.G. de 1910, tienen un carácter autobiográfico e influenciado por el realismo de Benito Pérez Galdós y de Pío Baroja. Se refleja un espíritu crítico.
Más adelante, sus obras se volvieron más intelectuales. Belarmino y Apolonio (1921) y Tigre Juan. En la ironía y casi burlesca Belarmino y Apolonio, quizá su mejor novela, los dos zapateros protagonistas representan en el fondo dos maneras distintas de vivir: la meditación del filósofo Belarmino, que busca la comprensión de lo absoluto, y la necesidad de expresarse y comunicarse de Apolonio, el dramaturgo.
Gabriel Miró
La narrativa de Gabriel Miró es muy diferente de la de Ramón Pérez de Ayala. Sus obras son novelas líricas en las que predominan los pasajes con descripciones de personas y ambientes, frente a un hilo narrativo más bien tenue, reduciendo a una serie de escenas. Las descripciones ponen de manifiesto la extremada sensibilidad del autor, que se detiene en cada sensación (sobre todo en la luz) y busca las palabras exactas para expresarlas. El lenguaje de Miró es cuidado y pulcro, con cierto gusto por las palabras arcaicas.
Por la fuerte presencia de lo sensorial, Gabriel Miró recuerda en ocasiones a los modernistas, aunque la actitud del narrador sea mucho más intelectual y distanciada. Sus novelas también se parecen a las de Azorín por el estatismo de la acción narrativa.
Entre las obras de Gabriel Miró destacan Las cerezas del cementerio (1910), en la que el autor mezcla la voluptuosidad de las sensaciones con los temas del erotismo y la muerte; y las dos obras situadas en Oleza, reflejo de Orihuela: Nuestro Padre San Daniel (1921) y El obispo leproso (1926). En ellas aparece con fuerza la crítica al poder oscurantista del clero y la hipocresía social, que ahogan la fuerza vital y el deseo de libertad de sus personajes.
Además, Miró es muy hábil en el relato breve, cono la colección de estampas Figuras de la pasión del Señor (1916-1917) y El libro de Sigüenza (1917).
La poesía de la generación del 14
En la misma línea que los demás géneros literarios, la poesía lírica persigue durante estos años un ideal de intelectualismo y de autosuficiencia de la obra artística, lo que se conoce como poesía pura. La poesía es el resultado de un proceso de depuración: se elimina de ella toda carga sentimental, social y política, así como los adornos del modernismo, movimiento al que tacha con frecuencia de superficial y recargado.
El mejor representante de la poesía pura es Juan Ramón Jiménez, aunque, como toda gran figura, resulta difícil encasillarlo dentro solo de esta tendencia. El gran poeta comenzó con la figura estética del modernismo, evolucionó hacia la poesía intelectual, pero años más tarde tomó una dirección muy personal y se alejó del gusto de la generación del 14.
Hubo también otros poetas que partieron del modernismo y se fueron acercando a la poesía del gusto novecentista. Es el caso de Tomás Morales, Ramón de Basterra, Juan José Domenchina y José Moreno Villa, o prevanguardistas como León Felipe. Más tarde, en la generación del 27, para la que fue trascendental el magisterio de Juan Ramón Jiménez, los principales autores de poesía pura fueron Pedro Salinas y Jorge Guillén.
Juan Ramón Jiménez
Lo primero que llama la atención de Juan Ramón Jiménez es su entrega absoluta a la poesía con mayúscula. Para él, el quehacer poético no era simplemente una tarea artística, sino la búsqueda apasionada de la belleza absoluta, la verdad absoluta, el conocimiento absoluto. Emprende desde muy joven la escritura de su obra, a la que él mismo llama "pasión de su vida", y a ella se dedicará en cuerpo y alma.
Su necesidad de perfección, unida a su carácter hipersensible y egocéntrico, hace que someta sus obras a continuas correcciones y revisiones. Juan Ramón no entendía cada poema o cada libro que publicaba como algo terminado, sino que creía que eran solamente etapas para acercarse a su "obra total". Por eso, en varios momentos de su vida elaboró antologías en las que incluía lo que en su opinión era lo mejor de su obra hasta ese momento: la primera en 1917 (poesías escogidas), la segunda en 1922 (Segunda antología poética) y la última en 1957 (Tercer antología poética). De forma póstuma, en 1978, se publicó su última recopilación: Leyenda. Cada una de ellas recogía y reelaboraba su poesía anterior, de acuerdo con la idea de Juan Ramón: la "obra en marcha".
Para dividir su producción poética se divide en 3 etapas:
- Sensitiva: modernista-simbólica-romántica, decadente, estética. Juan Ramón Jiménez definió el Modernismo como “movimiento de libertad hacia la belleza”. Dentro del Modernismo se movían dos corrientes: el Parnasianismo y el Simbolismo (vaguedad de sentimientos, cromatismo, presencia de paisajes que reflejan estados de ánimo/del alma del poeta -tanto el paisaje y como el color manifiestan los sentimientos-; aparecen jardines y apelación a los sentidos, a los olores, colores, a la música...). Recibió influencia de Bécquer y literatura francesa, Romanticismo, Simbolismo y Modernismo.
- Intelectual: Influencia del Novecentismo o Generación del 14 y del vitalismo y valoración de la palabra, de la forma, de Ortega y Gasset (La deshumanización del arte). Estío (1915) marca un cambio hacia su madurez poética que culmina con Diario de un poeta recién casado, obra que coincide con su madurez personal.
- Suficiente o verdadera: poesía hermética, ansia de lo eterno y divino, de la conciencia. Comunión con el cosmos y así participación de lo colectivo, de la creación, de lo divino (Panteísmo). El poeta es un dios creador del mundo al nombrarlo, conciencia de los nombres que ha creado. Para él, la poesía es el medio de explorar y conocer la realidad y la belleza el reflejo de lo divino, de la perfección de Dios.
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