El Imperio de los Austrias. España bajo Carlos I
Carlos I, hijo de Juana la Loca y Felipe el Hermoso, recibió una gran herencia territorial:
- Por parte de Maximiliano de Austria, su abuelo paterno, los territorios patrimoniales de Austria, pertenecientes al Sacro Imperio Romano Germánico.
- Por parte de María de Borgoña, su abuela paterna, los Países Bajos, Luxemburgo y el Franco Condado.
- Por parte de Fernando el Católico, su abuelo materno, la Corona de Aragón, (Aragón, Cataluña, Valencia, Baleares, Cerdeña, Sicilia y Nápoles).
- Por parte de Isabel la Católica, su abuela materna, la corona de Castilla, Canarias, plazas en el norte de África, Navarra y América.
Además en 1519, obtuvo también la corona imperial de Alemania, que aunque era electiva, por tradición solía recaer en la dinastía de los Habsburgo, previa compra de la voluntad de los electores. Desde entonces será Carlos V.
Se trataba de un extenso y heterogéneo imperio, con diferentes lenguas, culturas e instituciones, en el que no había unidad y cuyos territorios podían ser atacados por distintos frentes. Carecía de capitalidad y de instituciones comunes.
Castilla se convirtió en el reino más importante de todos y de donde obtendrá la mayor parte de la recaudación. Delegará funciones en familiares y amigos.
Política interior
El problema de las Comunidades
A pesar de que Castilla era el corazón principal del imperio, la presencia de extranjeros en los altos cargos políticos y la aparente mayor preocupación del monarca por sus posesiones en Europa, provocaron un movimiento contra el emperador, que no sabía castellano ni las costumbres españolas.
Las principales ciudades castellanas se sublevaron en 1520 y sustituyeron el poder municipal por comunas, integradas por artesanos, baja nobleza, comerciantes y clero, donde cada grupo tenía sus reivindicaciones. Entre las principales destacan:
- La exigencia del regreso de Carlos V a España.
- La exclusión de extranjeros de los cargos políticos, (en aquel momento era Adriano de Utrecht el regente en ausencia del rey).
- Mayor protagonismo político de las Cortes.
- Reducción de los impuestos y gastos de la Corte, que iban a sufragar los gastos imperiales.
- Limitar la exportación de lana que privaba a Castilla de materia prima.
- Evitar las desconsideraciones hacia su madre Juana, recluida en Tordesillas.
La radicalización del conflicto acabó incorporando a los campesinos, que convirtieron la revuelta comunera en rebelión antiseñorial ante los abusos de la nobleza, por lo que ésta, que hasta entonces había permanecido al margen del conflicto, unió sus fuerzas a las del rey, que fueron derrotados en la batalla de Villalar en 1521.
Sus líderes, Bravo, Padilla y Maldonado, fueron asimismo ajusticiados.
Las consecuencias de esta derrota fueron muy graves para Castilla, ya que se frustraron los objetivos de la burguesía, al tiempo que se consolidó la alianza entre la monarquía, (poder político), y la alta nobleza, (poder económico y social).
El problema de las Germanías
La sublevación de las Germanías fue más un enfrentamiento social, (entre los gremios de las ciudades y las oligarquías, que dirigían la política de las mismas), al que se unió el enfrentamiento con la población morisca.
Se dio casi simultáneamente al problema de las Comunidades, y aunque el escenario inicial fue Valencia, luego acabó extendiéndose por Mallorca.
En 1519 los gremios de artesanos de Valencia solicitaron al rey permiso para reclutar una milicia o hermandad para proteger la costa. Tras su concesión, se reunieron en Junta y propusieron la reducción de los privilegios de la nobleza.
El conflicto se radicalizó cuando los poderosos abandonaron la ciudad como consecuencia de un brote de peste, quedando desocupados los principales puestos. Adriano de Utrecht entró en el reino de Valencia y sofocó la rebelión, prolongándose hasta 1523 en Baleares.
Sin embargo, las consecuencias fueron parecidas a las de las comunidades, dado que se selló la alianza entre monarquía y nobleza en detrimento de la burguesía y se fortalecieron tanto las oligarquías como a la realeza
Conflictos europeos
Los conflictos exteriores en tan vasto imperio fueron constantes,
Con Francia, y su rey Francisco I, por una rivalidad que venía de lejos, a lo que se unirá el intento de hegemonía en Europa y el abrirse camino hacia el Mediterráneo. Francia ocupó el Milanesado, que fue después recuperado en 1525 tras la batalla de Pavía. Sin embargo, el conflicto siguió por que Francia se había aliado con el Papado, lo que provocó el saqueo de Roma por las tropas de Carlos V en 1527 y la firma de la Paz de Cambrai (1529).
El Imperio Otomano amenazaba las posesiones imperiales y las costas occidentales del Mediterráneo apoyando a los piratas berberiscos.
La conquista de Túnez en 1535 no solucionó sin embargo el problema.
En Alemania se dio la expansión del protestantismo a partid de 1517, por lo que Carlos V vio peligrar la idea de unidad religiosa del imperio, derivando después en un problema político, pues muchos príncipes alemanes apoyaron el protestantismo, fundando la Liga Esmalcalda (1531). El emperador les derrotó en la batalla de Mühlberg (1547), pero el acuerdo no llegó hasta la Paz de Augsburgo en 1555 en la que se concedía la libertad religiosa a los príncipes, a sus súbditos a profesar la de su príncipe, y se abandonará la idea de unidad religiosa.
El fracaso ante los protestantes llevó a Carlos a renunciar al poder, dividiendo las posesiones entre su hermano Fernando, al que cedió el título imperial, y a su hijo Felipe al que traspasó la monarquía hispánica, y los territorios borgoñones del norte y centro de Europa.
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